Muere Florian Schneider el co- fundador de Kraftwerk.
Según «The Guardian», el músico falleció la semana pasada y fue enterrado en una ceremonia privada, lo que concuerda con el perfil discreto que mantuvo durante los últimos años de su vida, dedicados a la síntesis vocal y a proyectos como «Stop Plastic Pollution», pieza que lanzó en 2015 junto a Dan Lacksman.
Schneider, que fundó Kraftwerk junto a Hütter en 1970, llevaba más de una década desvinculando de la banda, bien entrado el siglo XXI, ya había hecho todo lo humana y robóticamente posible por fijar el kilómetro cero de la electrónica contemporánea.
Es más: todo lo que Kraftwerk hicieron desde mediados de los ochenta fue tiempo extra para una carrera grabada a fuego en los setenta gracias a discos como «Autobahn» (1974), «Radio-Activität» (1975) y, sobre todo, «Trans Europa Express» ( 1977 ).
Una suerte de trilogía con la que los alemanes fueron modulando el tacto experimental y vanguardista de sus primeras grabaciones y acabaron abrazando el minimalismo electrónico con vistas al pop. Fue ahí, claro, donde el papel de Schneider, nacido en Düsseldorf en abril de 1947, fue esencial y determinante. Con los años llegaría la sublimación de los humanoides con «The Man Machine» (1978) o la emblemática sintonía del Tour de Francia de 1983, pero antes de eso la alianza Hütter-Schneider ya había dado sus mejores frutos.
La relación, de hecho, ya venía de lejos: se conocieron a finales de los sesenta en el conservatorio de Düsseldorf y, en pleno auge del krautrock, formaron Organisation, efímera banda que les serviría de trampolín para crear Kraftwerk. El nombre elegido, «central eléctrica», no podía ser más acertado: a sus turbinas se acabaría conectado casi toda la electrónica de consumo del siglo XX (y parte del XXI) creando afluentes hacia el hip hop, el electro o el techno.
Antes de crear Kraftwerk, Florian Schneider y Ralf Hütter formaron parte de una generación de jóvenes músicos en la década de los sesenta que hacían música cósmica o bien Krautrock, un género de rock experimental que combinaba la psicodelia y texturas electrónicas, en esa etapa convulsa de 1969, ambos músicos lanzaron el disco Tone Float con el proyecto Organisation.
Para el año siguiente, en 1970 el nombre de la banda ya estaba consolidado; lanzaron los discos Kraftwerk y Kraftwerk 2 que, aunque experimentales ya perfilaban más su sonido hacia el uso de sintentizadores, vocoders; la mirada al futuro estaba puesta.
«Nosotros tocamos las máquinas pero las máquinas también nos tocan a nosotros. Intentamos tratarlas como a compañeras para que intercambien energía con nosotros», les gustaba decir decir para explicar esa fascinación industria y maquinal que alimentó trabajos como «Computer World» (1981). La electrónica, añadía Schneider, fue la mejor manera de superar las limitaciones de los instrumentos que le llevaron al conservatorio (violín, guitarra y, sobre todo, flauta) y de expandir su mente. Los sintetizadores se encargaron del resto.
Antes de su muerte, Kraftwerk había anunciado que la banda se embarcaría en una gira de verano por América del Norte para celebrar el 50 aniversario del grupo. Los espectáculos se prepararon para presentar los visuales en 3-D por los que la banda es conocida, fusionando música y robótica. Los shows de celebración fueron cancelados debido a la pandemia global de coronavirus.